lunes, 17 de enero de 2011

M.d.C II

Por todos aquellos que lo único que necesitan es un lugar acolchado donde desnudarse.
Para los que el fuego y la metralla les bombardean las sienes más allá de toda sombra, de todo sueño. Que siguen despertándose sudorosos, ajitados sin tener del todo claro por qué. Sólo con la seguridad de que algo no marcha bien. Si se esfuerzan, pueden llegar a oir como alguien llora. Algo o alguien imprecisos, desdibujados detrás de nubes grises. Siluetas en el fondo más profundo de la caverna. Pero hasta la fecha, lo más real, lo más tangible.

Hablo de un remoto rincón para descansar. Del desierto en mitad del oasis.
Existe un lugar así(tiene que existir, es desesperadamente necesario). Tranquilo, pausado.Aunque donde y cuando sean palabras sin categoría, inaplicables. Una burbuja, ligera, dulce. Todo lo pesado flota. Todo lo doloroso es un vaivén de agua calmada. De fondo el arrullo de un río fundiéndose con todo esto. Llevándonos mansos en sus corrientes. Balanceándonos en esa nada donde nadie más es capaz de entrar para juzgarnos. Ni siquiera nosotros mismos.
Por desgracia o por fortuna, ni vendo ni nunca vendí substancia semejante. Y si algún día existe, me cuidaré de que nadie más que yo la conozca. El precio a pagar vive Dios que sería vuestra alma.

1 comentario:

  1. Quizá ese rincón sea lo que a mi me gusta llamar simplemente paz. Sea contigo pues.

    ResponderEliminar